Diego Rodríguez

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Estatua de Don Diego Rodríguez en Burgos.

Diego Rodríguez, o Diego Ruiz (1076? - 15 de agosto de 1097), fue hijo de Rodrigo Díaz, llamado el Campeador en vida y posteriormente el Cid. Debió de llevarlo consigo el Cid en su destierro ya que no consta que permaneciera con su madre e hermanas en Castilla. Según esta hipótesis, luchó junto a su padre en las acciones que culminaron con la conquista de Valencia.

Murió en la Batalla de Consuegra luchando contra los almorávides. Gonzalo Martínez Diez arguye los testimonios de la Primera Crónica General alfonsí (o Estoria de España) y del Liber regum, este último «muy bien informado» a su juicio:

Este Mio Cid, el Campiador, ovo por mugier a doña Eximena, nieta del rey don Alfonso, filla del comde don Diago de Asturias, et ovo della un fillo et dos fillas, et el fillo ovo nombre Diago Royz, et matáronlo en Consuegra los moros; de las fillas, la una ovo nombre de doña Christina, la otra doña María.
Liber regum, (1194-1209). Apud Martínez Diez, loc. cit.

Desde 1997 en Consuegra (Toledo) se conmemora anualmente su muerte con una ceremonia funeraria.

Bibliografía

Sobre la relación de Diego con su padre y la presencía del mismo en el Cantar del Mio Cid hay diversas teorías, la más desarrollada es la siguiente cuyo autor es Marjoire Ratcliffe:

No hay mención de la vida de Diego en ningún texto, con la excepción del muy fabuloso y anacronístico poema del siglo XVI escrito por Ximénez de Ayllón. Hay que preguntarse, ¿por qué no?, ¿por qué no estaba Diego en Cardeña con su madre y hermanas cuando el Cid fue exiliado por primera vez en 1081? A unos seis años de edad, Diego estaba en edad de marcharsede su madre y de su casa para educarse en otra parte. Como era de costumbre que los sobrinos se criaran en casa de sus tíos maternos, es posible que Diego estuviera en Asturias en la corte de su tío Rodrigo, ahora conde de Oviedo. Otras teorías son posibles: quizá se crió en la corte de Alfonso VI.

Cuando el Cid, voluntariamente, se fue a Zaragoza y Barcelona entre 1083 y 1087, sus vasallos Álvar Fáñez y Pedro Bermúdez se quedaron en Castilla con su rey. El hijo del Cid, quizá, hizo lo mismo. O, como hijo de previo matrimonio, Diego, según la ley, habría sido criado por sus parientes maternos como era el caso con todos los hijos de segundos matrimonios. En esta última situación, no había razón para estar él en Cardeña con Jimenay sus hijas. Menéndez Pidal mantiene que no salió al exilio con su padre.

Al empezar el segundo exilio, la Historia Rodericí indica que Diego, ahora de catorce años de edad, sí fue encarcelado en 1089 por Alfonso VI con Jimena y las hijas:

suam uxorem et liberos in custodia alía queatos cmdeliter retrudi.

Como hijo heredero del Cid, la muy seria acusación de traición y la posterior confiscación de todos los bienes familiares, también tenian implicación para Diego. Al salir de la cárcel, en 1090, posiblemente acompafió a sus parientes femeninas a Valencia para vivir con su padre y asumir su papel de caballero y heredero del Cid. A la inversa, también es posible que Diego se alineó contra su padre al lado del rey; en oposición a su padre, de la misma manera que hicieron los habitantes de Burgos, según el Cantar de Mio Cid.

Como vasallo leal del rey, el joven Diego actuaría dentro de la ley. Padre e hijo se reconciliarían más tarde, en 1092, cuando el Cid fue perdonado por el rey. Jimena viajó entre Valencia y Burgos en esta época y quizá fue agente de esta reconciliación entre padre e hijo si no del vasallo y su rey. Esta teoría añadiría otro motivo a la necesidad abrumadora del Cid de conciliarse con su rey y, por ende, con su hijo. Aunque no citado, la idea expresada por el verso

Mas a grand ondra tomaremos a Castiella

refleja la desesperación del Cid. La valentía y el éxito guerrero de Rodrigo durante el segundo exilio, a lo mejor fueron alentados por su deseo de recobrar y asegurar la fidelidad, futura herencia y afecto de su hijo.

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En 1097, junto con Alvar Fáñez; Diego a los veintiún años de edad, fue mandado a Consuegra a fin de socorrer a Alfonso VI, en lugar del Cid, quien no podía ausentarse de Valencia. En la batalla de Consuegra y posterior asedio, Diego murió. Su padre, Rodrigo Diaz de Vivar, murió dos años más tarde.

Alvarez, en su libro El Cid y Cardeña, explica que Berganza halló un documento fechado en 1296 en que se dice que un tal Diego Alonso Martínez de Olivera fue descendiente del Cid. Alvarez también creyó que Diego tuvo un hijo llamado Juan . En 1097, Diego ya tenía edad para tener hijo. La identidad de la madre del hijo es desconocida y no hay recuerdo legal de matrimonio. A pesar de estas ideas, hay poca duda de que la línea directa de descendencia masculina desde el juez de Castilla, Laín Calvo, hasta Rodrigo Díaz de Vivar murió en Consuegra con Diego.

Es sorprendente que el Cantar de Mio Cid no nombre a Diego, especialmente cuando, con frecuencia, nomina correctamente a personajes sin importancia. El hijo del Cid no es desconocido por sus fuentes ni por textos posteriores. Como ya se dijo, la Historia Roderici de principios del siglo XII, menciona su encarcelamiento con Jimena en 1089. El Liber Regnum de principios del siglo XIII cuenta su muerte en Consuegra y provee la fecha exacta de sábado, 15 de agosto.

La Primera Crónica General generalmente sigue fielmente al Cantar de Mio Cid, en asuntos cidianos pero, puesto que los compiladores de la crónica alfonsina también se aprovechaban de otros textos, proporciona información verdaderamente distinta del Cantar. Además de recordar la muerte de Diego;

En este anno lidio el rey don Alfonso con Abenalhage en Consuegra et fue vencido el rey Alffonsso, et metiosse en esse castiello de Consuegra. En aquella batalla murio Diag Royz fijo de Roy Diaz mio Cid .

También nos dice que, mientras el Cid moría, su difunto padre e hijo se le aparecieron siete veces en visiones, exorándole que dejara este mundo de dolor y les acompañara en el paraíso:

La mas de siete noches que visiones me siguen, ca veo mi padre Diego Laynez et a mi fijo Diego Ruiz et cada vez que les veo dizenme: mucho avedes morado aqui! crednos, et vayamosnos a las asomadas perdurables
Espada-tizona-del-cid.jpg

La portuguesa 'Crónica Geral de Espanha de 1344 repite esta información. De todos los tempranos romances que tratan de Rodrigo Díaz de Vivar, y a pesar de su acostumbrado interés en aspectos emocionales más que históricos, sólo un romance menciona su hijo. Su fuente es obviamente la Primera Crónica General.

Diego Lames mi padre Y mi hijo aparecian Dicen: Mucho habeis durado En aquesta triste vida

¿Por qué, pues, no aparece Diego en el Cantar de Mio Cid? Según Horrent, no se le menciona, al hijo, sencillamente, porque no estaba en Cardeña con Jimena y sus hijas cuando el Cid dejó Castilla. Sin embargo, es posible que el poeta original, airado por la lealtad de Diego hacia Alfonso VI en contra de su padre, muy a propósito eligiera no mencionarle en el Poema. Cualquier mención de Diego hubiera requerido una explicación de su ausencia, lo que no hubiera contribuido al próposito del autor: la glorificación del Cid. Si el Cantar de Mio Cid hubiera sido compuesto, con la estructura fija que tenemos, en 1140 cuando los contemporáneos de Diego estaban aún vivos, su ausencia no les hubiera sido aceptable y hubiera denigrado la veracidad que el autor tanto buscaba retraer.

Von Richthofen en su El problema estructural del Poema del Cid y Nuevas aportaciones críticas sobre la estructura del Poema del Cid, demuestra conclusivamente que el poema fue compuesto de manera triparita. La primera parte a ser recitada hubiera sido el llamado Cantar de las Bodas, extendiéndose desde el incipit «Aquis compieca la gesta de mio Cid el de Bivar» (y. 1085), terminando con los versos:

Mio Cid Hoy Diaz que en ora buena nació en aquella día del rey so huesped fo; non sc puede fartar dél, tantól querie de coraqon; catándol sedie la barba que tan ainal creció Maravillanse de mio Cid quantos que y son. (2056-2060).
Castillo poyo cid 4 peq.jpg

El explicit y invocatio Dei también se incluirían; Las coplas deste cantar aquis van acabando El Criador vos vala con todos los sos santos. (2216-2277)

Seguramente se añadieron más tarde los versos contenidos dentro del texto actual que se refieren a los Infantes de Carrión (vv. 1372-1377, 1385-1390, 1879-1909). Como otros textos épicos, esta primitiva porción del Cantar de Mio Cid que relata sus aventuras en el exilio, la conquista de Valencia y su reconciliación con su rey, forma una unidad y podría leerse separadamente.

Con este cantar terminan todos los aspectos verdaderamente históricos del Cantar de Mio Cid. Probablemente fue una gesta, algo parecido a la Historia Roderici pero en romance, quizá basada en un diario de guerra o canto noticiero. A esta base, después, se añadieron las otras partes.

Otro poeta puede haber agregado el Cantar del Destierro a los versos existentes. Un segundo o tercer autor interpoló los episodios más imaginativos —digamos ficticios— como el arca de Raquel y Vidas, la huelga de hambre del conde de Barcelona, etc., y contribuyó con toda la sección del Afrenta de Comes al poema. La teoría de Von Richthofen resuelve los problemas de estructura, cronología e historicidad presentados por los críticos.

La crítica reciente pone más énfasis en los aspectos literarios y artísticos del Cantar de Mio Cid. Colin Smith cree que material histórico fue recogido y usado por un autor del siglo XIII a fin de que su público creyera su cuento, para proyectar la verdad. La teoría de Von Richthofen y la contienda de Smith de que «Whatever history there is in the poem has been transformed into something much finer by a powerful poetic imagination» >, no se contradicen. Es precisamente en las últimas secciones añadidas más tarde donde hay menos interés en elementos históricos y más desarrollo de aspectos literarios y artísticos.

El último autor del Cantar de Mio Cid, sin conocer la Historia Roderici, no sabía de la existencia de Diego. Este autor, consciente de la entidad artística que esperaba proporcionar, crea una situación ficticia —algo parecido a los romances corteses franceses del siglo XII— en la cual, la pesquisa del Cid iniciada en la fase de aventura culmina en una vuelta, completando el círculo espacial y marcando el colmo de un ser perfeccionado. El poema sólo habría sido más imponente si el autor hubiera desechado la invención innecesaria de los episodios de los Infantes de Carrión, personificando el tema de honor perdido y honor recobrado mediante la figura atractiva de Diego. Los primeros versos tan emotivos del Cantar:

De los sos ojos tan luertemientre llorando, tomava la cabeza i esiávalos catando.Vió puedas abiertas e usos sin canados, alcándaras vazias sin pielles e sin mantos e sin falcones e sin adtores mudados. Sospiró mio Cid ca mucho aria grandes cuidados.

Con fuerza expresan el sentido de pérdida pero son mucho menos dramáticos que la pérdida de un hijo, un hijo perdido por traidores pero recobrado por valor personal sólo para perderse de nuevo, en la muerte. Usando a Diego, el último autor no hubiera tenido que recurrir a la fabricación histórica y episodios problemáticos tales como las primeras bodas y el Afrenta de Corpes. El último autor del Cantar de Mio Cid no podía usar la imagen de Diego, porque, para 1207, ya se le había olvidado el hijo del Cid.

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